En línea con la tendencia en el tejido productivo español, la industria continúa avanzando en el plano de la digitalización. Avances como la robótica y la sensorización ya habían llegado al sector, y han contribuido a quemar las etapas necesarias para abordar su transformación definitiva: la gestión de los datos por medio de tecnologías como el Internet de las Cosas, y la inteligencia artificial, que dan lugar a mejoras en todos los sentidos, desde la producción y el mantenimiento hasta la propia gestión y el manejo de los recursos.

Las compañías del sector ya han visto cómo la tecnología ha transformado el entorno industrial. Ante este escenario, sus iniciativas se centran en el uso de la digitalización para optimizar las soluciones tradicionales y para desarrollar productos inteligentes que aprovechen las nuevas oportunidades que se abren en la era digital. Además, las empresas deben asegurar la continuidad digital en todo el ciclo de vida.

Las fábricas inteligentes podrían aportar un valor añadido superior a los 1.200 millones de euros a la economía mundial hasta 2023, según un estudio de Capgemini. Sus motivos principales serían el aumento de la productividad, la mejora de la calidad y el crecimiento de la cuota de mercado, junto con la mejora de los servicios al cliente. No obstante, el informe destaca que uno de los desafíos principales que afrontan las empresas a la hora de implantar estas fábricas 4.0 es la convergencia entre el ámbito de las operaciones y de la tecnología. La obtención de las capacidades necesarias para impulsar la transformación también complica la tarea, tanto las llamadas soft skills como las competencias digitales.

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